La encontré unos días después, pero no por ello ha perdido su sentido, sino más bien todo lo contrario. Vaya esta poesía entonces, La palabra de Dios es pesebre , del sacerdote Eduardo de la Serna. Para los que creen, y también para los que no.
La palabra de Dios es pesebre,
pone en riesgo la comodidad,
intemperie que hiere el camino
frágil de toda fragilidad;
infancia amenazada de Herodes,
pobreza por aquí y por allá.
La grandeza de Dios se hace niño,
la luz brilla en la oscuridad,
una luz que no es de artificio
sino suave y tenue claridad,
que no ilumina en marquesinas
sino a aquellos que quieran mirar.
No tuvo rating ni fue a la tele,
no hubo aplausos ni publicidad,
los pastores, únicos testigos,
la pobreza de Dios es su plan;
porque si quiere llegar a todos,
por los últimos debe empezar.
En su hijo que nos regala
Dios se hace Padre universal
Madre de todos y de todas
pesebre que busca anidar,
casa de los pobres siempre abierta
mesa tendida con vino y con pan.
Los palacios no entienden nada
se arman y ponen a temblar,
¡matemos al niño!, reclaman
¡la edad de imputabilidad!,
que naciendo entre los pobres muestra
dónde es que Dios nos quiere hablar.
La palabra de Dios es pesebre,
allí lo podremos escuchar,
entre llantos, pañales y risas,
sin trineo ni para jugar,
pobre, nacido entre los pobres,
porque ese siempre es su lugar.
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