viernes, 30 de enero de 2009

Esa mujer


"No lo tomen como una posición feminista, para nada, en absoluto. Ustedes saben, yo convivo con un ex presidente de la Nación, y la Presidenta soy yo, pero las cosas que hay que resolver acá, en este ámbito que es momentáneamente la casa donde vivo, nunca se las consultaron a él, ni antes ni ahora, sigo siendo yo, y esto pasaba en el estudio jurídico y en todas partes. Somos las mujeres doble turno, tenemos el turno que nos corresponde como profesionales, como ejecutivas, como funcionarias, como dirigentes políticas, y el turno que nos compete también como amas de casa. Obviamente quienes tenemos una alta función tenemos gente que nos ayuda, otras mujeres no tienen la suerte de tener esa colaboración. Pero quiero decirles que nunca se pierde el lugar de la casa, también soy la que reta a Florencia cuando hace cosas que no debe hacer, porque las brujas siempre somos nosotras, estamos ya condenados por sexo e historia a ser las brujas en la familia."

Las palabras que preceden, para vuestra sorpresa o no, fueron declamadas por nuestra presidente en el día de ayer en el marco del anuncio del plan canje de lavarropas y calefones. A partir de la lectura de una nota de Crítica que pueden leer clickeando, entré al sitio de la presidencia para leer el discurso original (la negrita es mía).

El análisis del discurso es una disciplina en la que me estoy especializando, y para mi trabajo en esta materia una de las hipótesis fue que el tratamiento de la cuestión de género por parte de la presidente es totalmente disfuncional a la reivindicación de la equidad de género. Considerando ésta no como homogeneización que borra las particularidades y características de varones y mujeres, sino como reivindicación de la igualdad de oportunidades, por ejemplo, en el acceso a los cargos públicos y la participación en los procesos de toma de decisiones. Igualdad de oportunidades, a partir de características particulares y distintivas, las cuales no implican per se capacidades diferentes. Las capacidades subjetivas, en este caso, para gobernar, no están ligadas a la condición de género. Residen en otros planos del sujeto: formación, compromiso, ideología, relaciones, etc. Sin desconocer con ésto los numerosos prejuicios que enfrentan muchas mujeres, especialmente cuando se trata de división del trabajo o relaciones de poder.

Es por ello que lamento el nivel con que la presidente trata esta cuestión. Un nivel argumentativo pobre, un léxico pobre sobre un tema manipulado (no aludido o tratado, sino manipulado, manoseado, aprovechado) por ser políticamente correcto. Circunstancia donde las contradicciones aparecen con fuerza inevitable. "Condenadas por el sexo" me parece una expresión burda y aquiescente, resignada a no se qué statu quo, como si en los últimos 200 años no hubiera habido importantes conquistas para las mujeres. Expresión que, declamada desde semejante institución como la presidencia de un país, adquiere graves consecuencias. Decir implica significar la realidad, otorgar lugares y roles a personas, instituciones y grupos.

Yo también tengo un sueño. Me gustaría sentir admiración por mi presidente, aunque no estuviera de acuerdo en algunas cosas. Con quién puede estarse de acuerdo en todo? Que fuera un/a defensor/a de las palabras. Después de todo, cómo se construye políticamente si no es con palabras, "hablando el mundo"1.

Y me pregunto: será mucho pedir?

1- Hablar el mundo, de Hachén/Fernández.
2- La imagen es Mujer con libro, de Pablo Picasso.

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