jueves, 10 de junio de 2010

qué ochenta

De regreso, Mirta. Ya sabés: tres años a la sombra.
No quiero saber si me fuiste fiel,
yo se que una mujer valiente
se inclina igual para el lado del hacer.
Servime algo, Mirta, parece mentira el verte como antes;
pero para el que vuelve del infierno ya no hay mas fantasias,
solo quiere un tiempo blando,
pero eso, Mirta, nunca lo sabrás.
No es necesario que estes alegre, ni que prendas la luz;
entré despacio y sin que me vea nadie;
la noche se abre como un abrigo, Mirta, y es un sabado mas,
como dice el tango: Mirta, contame como andas.
Hacé de cuenta que estuve navegando, es casi lo mismo
solo cambia el paisaje: abajo el mar, que nunca se ve,
arriba el cielo, el cielorraso, y tu foto en la pared.
La moda ha cambiado un poco, Mirta,
ya no hay ni un pelo largo, todos parecen soldados.
Me siento parado en un cementerio,
me recibio el frio y un nuevo gobierno;
Mirta, no recuerdo ni tu cuerpo.
Y ahora me voy, Mirta, para vos soy un extraño conocido;
si no estoy llorando no es como me la banco,
debajo de la cama asoman sus zapatos
Mirta, gracias por todo...
Salgo a la vereda, parece que ha llovido,
en la estacion retumba la estrella del norte.
¨Veni a verme cuando salgas¨, me dijo El Turco,
comes todos los dias y no hay problemas de laburo,
solo algunas noches, solo algunas noches...
salis a trabajar...
JUAN CARLOS BAGLIETTO

Hace tiempo vi De quién es el portaligas? Una bizarrísima comedia de Fito. Una placentera sobredosis de rosarinidad. Me falta un cuento Fontanarrosa.
Ilus x Florencia Balestra

lunes, 7 de junio de 2010

En este teatro, no se representa más


Ayer ví una obra de teatro que me dejó, como a mi juicio te debe dejar una obra de teatro: dura. Es decir, perpleja, pero con dolor de cuello. Con ese inconfundible manojo de sensaciones encontradas, disfrutando de la ironía mejor empleada.
Se trataba de Comedia sin título, una pieza que Federico García Lorca dejó inconclusa porque lo mataron. En 1936. Generales traidores, dijo el chileno.

La obra se pregunta, entiendo yo, por el lugar del poeta, del intelectual, del creativo, del analista simbólico, digamos. Porque "se viene la revolución", dice el personaje, anoche fantásticamente encarnado en el cuerpo y la voz de Naum Krass. Y entonces, les anuncia a sus personajes, y también al público:"¡en este teatro, no se representa más!" Y nos interpela:"¿por qué hemos de ir siempre al teatro para ver lo que pasa y no lo que nos pasa?"

Un breve fragmento, para disfrutar:

AUTOR: "No voy a abrir el teló—n para alegrar al púœblico con un juego de palabras, ni con un panorama donde se vea una casa en la que nada ocurre y a donde dirige el
teatro sus luces para entretener y haceros creer que la vida es eso. No. El poeta,
con todos sus cinco sentidos en perfecto estado de salud, va a tener, no el gusto,
sino el sentimiento de enseñaros esta noche un pequeño rincón de realidad. Ángeles, sombras, voces, liras de nieve y sueños existen y vuelan entre vosotros, tan reales como la lujuria, las monedas que lleváis en el bolsillo, o el cáncer latente en el hermoso seno de la mujer, o el labio cansado del comerciante. Venís al teatro con el afán único de divertiros y tenéis autores a los que pagáis, y es muy justo, pero hoy el poeta os hace una encerrona porque quiere y aspira a conmover vuestros corazones enseñando las cosas que no queréis ver, gritando las simplísimas verdades que no queréis oir."

Y otro. El Autor, el Espectador y el Dueño del teatro, entre otros personajes, hacen uno de los triángulos más brillantes que vi.

AUTOR (Sarcástico): ¿Dónde está Lady Macbeth?
ACTRIZ: Lady Macbeth no puede hablar cuando un oleaje de balas abate las rosas de
los jardines.
HOMBRE VESTIDO DE NEGRO (Entrando): Tiene usted razón. La pólvora mata a la poesía.
AUTOR: ¡O la salva!
HOMBRE: ¡Mano dura, mano dura! ¡Hagamos una gran rosa de cabezas rebeldes! Adornemos las fachadas, las farolas, los pórticos de la arquitectura milenaria con guirnaldas de las lenguas que quieren destruir lo instituido.
(Entra en escena un LEÑADOR con la cara completamente blanca, un haz de leña al hombro y un farolito en la mano)
LEÑADOR: Parece que los revoltosos se baten en retirada.
HOMBRE (Saliendo): ¡Eso, hay que vencerlos!
AUTOR: ¿Quién es usted?
HOMBRE: Yo, el propietario del teatro. ¡Mano dura! El bien, la verdad y la belleza han de tener en esta época un fusil entre las manos.